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La Magia de “La Bohème”, la Magia de Ramón Vargas


Repasando mis CDs de Ramón, dí con uno que es una joya, por cierto como las buenas joyas, no facil de encontrar hoy día. El disco en cuestión es un compendio de canciones italianas antiguas -de los siglos diecisiete y dieciocho- denominado «In My Heart», subtitulado «Nel Mio Cuore”. En él se escuchan melodías de Scarlatti, Paisiello, Caldara, Benedetto Marcello y otros músicos del Barroco, los auténticos precursores de la melodía cantada, tal y como la conocemos hoy.

Digo que esta grabación es una joya porque en ella podemos aquilatar, tal vez mejor que en ninguna otra, el grado de maestría que ha alcanzado en el mundo del canto nuestro tenor, seguramente el más estudioso y sabedor de los secretos del canto, de cuantos se encuentran en activo. Por ello, el éxito y el reconocimiento no son el resultado de un milagro: hay detrás dedicación, ensayos y estudio, mucho estudio.  En este país somos buenísimos para colgarnos las medallas de los atletas o tararear las arias de nuestros cantantes y festejar sus triunfos. Qué bueno sería que, además, los reconociéramos por los años, los días y las horas que les llevó prepararse para lograr el éxito.

Ramón Vargas está celebrando treinta años como cantante, lo que lo convierte en un tenor confiable y duradero. En ese tiempo su repertorio ha ido variando de acuerdo a la maduración natural de la voz humana. Hace un año que lo entrevisté para este medio con motivo del memorable “Elixir de Amor” que interpretó en el Bicentenario, me comentaba cómo «a todos los cantantes nos cambia la voz con el paso del tiempo, el único que he conocido –agregaba- que permaneció con su voz única y bellísima  toda la vida fue Alfredo Kraus».

Así, el Maestro ha dejado de cantar algunas obras del belcanto por ejemplo, y hoy afronta el reto de las de influencia belcantista de Verdi. De hecho,  con motivo del bicentenario del natalicio del compositor, el Met de Nueva York programó una temporada 2012-2013 muy «verdiana». En ella Ramón interpretará «Don Carlo», acompañado de Barbara Frittoli, Dimitri Hvorostovsky y Ferruccio Furlanetto, bajo la batuta de Lorin Maazel.

Sin embargo y aunque hace más de veinte años que no la canta en México (actractivo extra para acudir a las funciones del Bicentenario), «La Bohème»es una de las óperas fijas en su repertorio. En el Met por ejemplo, la ha interpretado en treinta y tres ocasiones; lo hizo por primera vez  el 20 de octubre del 2001 con Patricia Racette y Carlo Rizzi en la dirección, y la última el 25 de febrero del año pasado, con Maya Kovalevska y Marco Armiliato. Su calendario del 2011 lo concluyó con siete funciones de Bohemia en la Ópera de Munich y además, en febrero y marzo de este año la cantó en el Liceu de Barcelona con Angela Gheorghiu alternando con Fiorenza Cedolins.

De la pareja artística Gheorghiu-Vargas en «La Bohème» conservo un imborrable recuerdo. El 29 de marzo de 2008 estaba yo presente en el Met para una función doblemente histórica: Se iba a transmitir por primera vez en vivo y en Alta Definición a muchos recintos del mundo la función, tal como ahora se sigue haciendo con un gran éxito y se homenajeaba en ella también al gran director, productor y escenógrafo Franco Zeffirelli, creador de producciones operísticas que recorrieron el mundo.

Angela y Ramón, como dicen los taurinos, «bordaron» la más bella interpretación de la obra pucciniana que recuerdo, en vivo o en grabación alguna. El escenario lo ocuparon a plenitud y el  acoplamiento fue exacto, perfecto, porque la perfección de los instantes existe, se llama magia, y todos la hemos sentido alguna vez en la vida. Años después, en octubre de 2011, y pensando en un obsequio que yo deseaba hacer, Ramón me autografió en un café neoyorkino el DVD de esa función. Gran artista y mejor persona.

Casanova y Don Juan: Demonios y maravillas


Don Juan y Casanova son dos mitos que a través de la leyenda y de sus aventuras y conquistas se hermanan. Los dos han sido objeto de investigación y estudio por parte de prácticamente todas las corrientes de la psicología en el siglo XX, sin contar con que ambos personajes han servido también de inspiración a grandes creadores en el universo de  las letras, la música, las artes plásticas y, por supuesto también, en la ópera y el cine.

Federico Fellini –el inmenso cineasta italiano- afrontó en 1976 el proyecto hasta entonces más esperpéntico de su filmografía: “Casanova”, y lo hizo a partir de una inspiración totalmente negativa del personaje a grado tal que el film se convirtió en una contracrónica casanoviana y terminó siendo una puntual demolición del mito.

Nunca ocultó el maestro su animadversión por el personaje, “ese veneciano petulante” lo llamó, y lo plasmó en una cinta que reprodujo fielmente el ambiente estrambótico y decadente de la Venecia de Casanova, con actores y extras maquillados incomprensiblemente, con decorados de intencional mal gusto, con una laguna de papel celofán deliberadamente fantasmagórica, pues aunque pudo filmar en los exteriores originales de la época, prefirió realizar la totalidad de la película en los foros de Cinecittá.

Así y todo, el film despertó la expectación de muchos productores cuando Fellini se los propuso, espectación que se derrumbó en cuanto conocieron el guión del cineasta: elipsis argumental, como la mayoría de sus grandes obras, repleta de transiciones, con historias separadas que solo se hilvanan al final. Triste final por cierto, con un Casanova viejo, decadente, impotente y solo en una laguna veneciana que se incendia y barcos que se hunden. El apocalipsis de la ciudad y el personaje.

Como apocalíptico es, por cierto, el final del “Don Giovanni” de Mozart.

Fascinado también en forma negativa por su propio personaje, Mozart y su libretista Lorenzo Da Ponte –autor de los libretos de otras tres óperas muy apreciadas y reconocidas del catálogo mozartiano: “Las bodas de Fígaro”, “La clemencia de Tito” y “Così fan tutte” (Así son todas)- acometieron el proyecto con muchas reticencias y el resultado es la que hoy puede considerarse la obra maestra de su repertorio de 22 óperas.

“Don Giovanni” tiene además una enorme dificultad para catalogarse entre cualquier tipo de ópera hasta entonces existente: no es una ópera buffa, porque tiene voces y personajes de un gran carácter dramático y no es opera seria o dramática –o al menos no totalmente- porque tiene personajes o al menos transiciones cómicas. Así, Donna Anna, Don Ottavio, el Comendador, son intensamente dramáticos, mientras Zerlina y Leporello lo son más bien buffos. Por su parte, visto el final, Don Giovanni resulta un personaje no solo ruin y desalmado, sino triste y trágico.

La ópera y el cine tienen más similitudes que diferencias y algún día acometeremos en estas páginas de manera más detallada el por qué de esta aseveración. Por lo pronto, nos encontramos ante obras interconectadas en su temática, coincidentes en la aversión de sus creadores al personaje central de su narración y coincidentes también en que ambas son obras maestras en su género.

Final del Juego.

Lamentablemente por derechos de producción y otros temas incomprensibles, no existe ninguna versión subtitulada al español de “Casanova”, solo un DVD he encontrado con subtitulos en inglés.

Por su parte, el próximo sábado 29 de octubre, dentro del programa anual de trasmisiones en vivo vía satélite de las más importantes presentaciones sabatinas del Met de Nueva York, podremos ver en la Sala Mateo Herrera del Foro Cultural un nueva producción del “Don Giovanni” con un gran elenco que incluye a James Levine en el podio, Mariusz Kwiecien, Barbara Frittoli y otra vez Ramón Vargas entre otros.

(Blog “Conservación de los Recuerdos” http://arodriguezleyaristi.com/)