Un Lugar en el Corazón del Espectador


La ópera es una suma de expresiones artísticas impresionante. Tiene música, canto, actuación, luz como la fotografía, movimiento como el cine, desarrollo argumental como una novela, tiene arquitectura, diseño, pintura, escultura, poesía. La puesta en marcha simultánea de los mecanismos que producen esos fenómenos, es lo que llamamos Ópera.

Por esa razón, entre otras muchas, es que cada función tiene resultados diferentes pues ninguna expresión artística es igual. El ser humano, detonador del proceso de creación, nunca es igual a otro, ni siquiera a sí mismo en distintos momentos. Así, los músicos, el coro, las voces protagónicas, los directores, los técnicos introducen en cada función los cambios nacidos de sus estados de ánimo y el resultado es que una misma «Bohème», con idénticos intérpretes y producción, emite sensaciones, colores y expresiones diferentes.

Y eso sin contar con el estado de ánimo del espectador, que puede cambiar tanto.

«La Bohème» del Teatro del Bicentenario nos mostró en cada una de sus tres funciones un ángulo, una luz, un tono, un color únicos.

Por eso la ópera se puede volver tan adictiva. En la cinta «Pretty Woman» que en 1990 realizó Garry Marshall y que no pasó a la historia ni es un film a recordar, hay sin embargo una referencia operística memorable, cuando Richard Gere en el papel del millonario Edward Lewis se hace acompañar de la prostituta de Hollywood Boulevard Vivian Ward, encarnada por Julia Roberts a  una función de «La Traviata» en la Ópera de San Francisco.

Con los acordes del Preludio como fondo, Gere le comenta a Roberts: «La reacción de la gente la primera vez que ve una ópera es muy espectacular, o les encanta o les horroriza; si les encanta, será para siempre y si no, pueden aprender a apreciarla…pero jamás les llegará al corazón».

Estas funciones de «La Bohème» tan intensas, tan emotivas, han sacudido el ánimo de los espectadores leoneses como hacía tiempo no se  veía en un evento cultural. Las explosiones de júbilo y reconocimiento del público al término de las arias o de los actos y sobre todo al final de la representación, son el testimonio de que vimos una ópera con diversos matices cada día, pero que siempre llegó a las profundidades del corazón del público leonés.

Bien podría Alonso Escalante director del Teatro y productor de este programa inolvidable  hacer suyas las palabras del director de la Bayerische Staatsoper, la famosa Ópera de Munich: «Queremos raptarle, seducirle, mostrarle su mundo con otra luz». Justo lo que sucedió.

Esto es la ópera y este es el reino del público. Por eso después de una representación, nada es igual, ni personajes, ni historia, ni voces y menos el ánimo soberano del espectador, porque al parecer a los leoneses, aplicándoles la sentencia de Gere, «La Bohème» sí les llegó al corazón.

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